UNA PROPUESTA PARA ABORDAR EL INTRUSISMO PROFESIONAL DE MANERA CONSTRUCTIVA, EFICIENTE Y PARTICIPATIVA EN MADRID.

30-12-2014 - www.aptocam.org
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El objetivo de esta propuesta, no es solo plantear unas reflexiones críticas sobre este nuevo fenómeno de “denuncia” contra el “intrusismo”. Sino tratar, además, de canalizar de una manera eficiente todas las acciones encaminadas a erradicarlo.

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El objetivo de esta propuesta, no es solo plantear unas reflexiones críticas sobre este nuevo fenómeno de “denuncia” contra el “intrusismo”. Sino tratar, además, de canalizar de una manera eficiente todas las acciones encaminadas a erradicarlo.

Decir que el intrusismo profesional u otro tipo de prácticas ilegítimas e ilegales, supone un grave problema para una disciplina como la nuestra, no es descubrir nada. La Terapia Ocupacional ha padecido este tipo de situaciones históricamente, aunque no dispongamos de fuentes fiables de datos para poder dimensionar esta problemática en relación a otras profesiones del sector.

Sin embargo, parece que en los últimos meses, este asunto ha cobrado un mayor protagonismo en la vida pública de nuestra profesión, en parte quizá por la existencia de nuevas fórmulas de expresión y canalización del malestar colectivo, y en parte por la tendencia a hacer de un caso particular una categoría general que engloba situaciones de muy distinta índole, que no podrían ni deberían catalogarse bajo el paraguas indiscriminado del intrusismo profesional.

El objetivo de este artículo, no es solo plantear unas reflexiones críticas sobre este nuevo fenómeno de “denuncia” contra el “intrusismo”, cuya emergencia y desarrollo, estamos presenciando, sin que las organizaciones se posicionen de una manera clara que permita a las personas interesadas orientar de una manera más enfocada, coherente, informada y empoderada sus ganas de colaborar. Sino tratar, además, de canalizar de una manera eficiente, profesional y con sentido todas esas quejas, hacia propuestas constructivas que supongan cambio real para nuestra profesión, que vaya más allá de la pataleta, de los cantos al sol, de las duplicidades o de las quijotadas individuales, que, en nuestra modesta opinión, lejos de beneficiar, perjudican en mucho a nuestra profesión y desunen al colectivo.

Pero antes de plantear una propuesta concreta, cabría como decía con anterioridad, señalar algunas aclaraciones

Dar por hecho que nadie hace nada: la evolución de los últimos acontecimientos, parece poner de manifiesto una sensación de vacío en el abordaje de estas situaciones. Vacíos que acaban pretendiendo ser ocupados por iniciativas, seguro bienintencionadas, pero sobre las que deberíamos poner en cuestión su legitimidad para hablar en nombre de todos/as, la realidad (o no) de su aparente esencia democrática, su representatividad, o incluso la coherencia entre sus objetivos iniciales y la metamorfosis de sus actuales iniciativas.

Más, si cabe, si supiéramos que las organizaciones profesionales de terapia ocupacional llevan años asumiendo responsabilidades en esta materia y actuando ante casos de intrusismo que se han resuelto a través del diálogo privado, sin necesidad de acudir al escarnio público. Otros muchos, por supuesto, siguen estando abiertos y sin resolver, por las dificultades inherentes a estos procesos y por la necesidad previa de actuar a otro nivel para conseguir una legislación que respalde nuestras reivindicaciones.

Lo que resulta paradójico es que Colegios y Asociaciones estén actuando con gran esfuerzo e invirtiendo sus escasos recursos, mientras paralelamente personas o grupos de terapeutas ocupacionales insatisfechos/as desarrollan sus propias acciones al margen y de forma unilateral. Lo que atendiendo exclusivamente al sentido común, genera duplicidades e ineficiencias evidentes y un desgaste institucional no menos importante.

Parece una necesidad imperiosa, que las Organizaciones comuniquen más y mejor, para revertir esa lesiva sensación de inmovilismo ante el intrusismo profesional que parece existir, pero también sería conveniente que el colectivo en su conjunto reflexionase sobre los porqués que nos llevan, por ejemplo, a crear una página de facebook, publicar en ella a cada “intruso”, y mandarles personalmente un e-mail (con el tiempo y dedicación que ello conlleva) y no valorar antes hacer una llamada o mandar un correo a tu organización, o directamente hacer todo eso, pero desde dentro de tu Asociación o Colegio que verdaderamente te necesita.

Muchas veces los/as Terapeutas Ocupacionales decimos que no tenemos tiempo para implicarnos y participar en las acciones de nuestras organizaciones, nos preguntamos ¿en cuál de las dos opciones del ejemplo anterior se invierte más, y sobre todo mejor, el tiempo?

El intrusismo profesional no es un problema esencialmente gremial: hace mucho tiempo que debimos erradicar del primer plano del discurso esa justificación que presenta al intrusismo profesional como un mal que impide a los profesionales trabajar, desempeñar determinadas funciones, acceder a determinados sectores, recursos o colectivos, etc. en definitiva, nosotros, nosotros, nosotros… como si fuéramos los principales afectados/as. El intrusismo profesional es, en esencia, un daño para los/as usuarios/as y un riesgo para su salud y su integridad. Seguir centrados en nuestra problemática laboral, no solo manifiesta un aparente egoísmo, sino que deslegitima nuestras propias reivindicaciones y las vacía de sentido.

Ni todo es “intrusismo” ni todo es “denunciable”: habría que comenzar diciendo que el intrusismo es un delito tipificado en el Código Penal, (Capítulo V, artículo 403) en el que se expresa claramente que “intruso” es “el que ejerciere actos propios de una profesión sin poseer el correspondiente título académico expedido o reconocido en España de acuerdo con la legislación vigente“. Atendiendo a este parámetro, solo podría catalogarse así a las personas que ejercen en servicios de terapia ocupacional sin estar en posesión del título de diplomado o graduado que habilita para tal desempeño. Formarse en elementos, métodos, teorías o herramientas de disciplinas afines no es, por tanto, intrusismo profesional per se, puesto que dichos conocimientos no habilitan para el ejercicio profesional en sí mismos, y ningún título que no sea el de graduado o diplomado en TO debiera servir al empleador para justificar la contratación de otro profesional para realizar terapia ocupacional, por mucha formación complementaria que tenga. Si esto ocurriera, la responsabilidad no es, a priori, de la empresa que forma, sino del profesional que pretende ejercer algo que no es y, ante todo, del empleador que contrata sin cerciorarse efectivamente de que la persona está en posesión de los títulos que le habilitan para ejercer.

Esto no significa que las formaciones sobre Terapia Ocupacional de las que hemos tenido constancia no deban ser supervisadas, pero empezando por llamar a las cosas por su nombre para no desacreditarnos en nuestro propio “acto de denuncia”.

En este sentido, deberíamos tomar conciencia de que el intrusismo profesional no es un problema teórico, ni filosófico, ni conceptual, es un problema legal; y como tal debe resolverse desde las bases y parámetros que establece la ley y no desde la teoría o desde la academia. Es, desde esta perspectiva, desde la única que estamos legitimados para “denunciar”. Reitero aquí que según el Código Penal el “intruso” es quien “ejerce actos propios de una profesión” y por tanto, cabría definir legalmente qué actos son propios, y además pertenecen en exclusividad a la Terapia Ocupacional y no a otras disciplinas. El gran problema del intrusismo profesional es, entonces, encontrar el soporte legal (insisto, no teórico, ni filosófico, ni siquiera científico) que justifique que un acto es legalmente exclusivo de una disciplina, y, por desgracia, la Terapia Ocupacional (y el resto de profesiones del sector) adolecen en gran medida de este soporte.

Si nos fijamos en la L.O.P.S. (ley que nos ampara como profesión sanitaria) podemos comprobar que la definición de Terapia Ocupacional que en ella aparece, nos circunscribe un a ámbito concreto de actuaciones y que no contempla otras que habitualmente reivindicamos y/o nos atribuimos. Podrían nuestros propios argumentos volverse contra nosotros mismos si no los utilizamos de forma inteligente y estratégica.

En todo proceso, la confrontación debe ser el último recurso: la experiencia nos lleva a confirmar que, en la mayoría de los casos en los que se destapa una eventual irregularidad, no existe una voluntad expresa de dañar, agredir, desprestigiar o minusvalorar a nuestra profesión, y que esencialmente el problema radica en el desconocimiento o en la existencia de vacíos legales y espacios comunes que posibilitan ciertos nichos de negocio que nosotros percibimos como arriesgados o conflictivos. Ante esta situación, parece que en los últimos meses hemos adoptado la opción más beligerante, la estrategia más belicosa, la de amenazar, presionar, saturar, insultar, llenar los buzones de entrada, boicotear, etc. queriendo, en apariencia, ganarnos el respeto a base de “miedo” y del ejercicio del “escrache”, sin que nuestras reivindicaciones estén, en algunos casos, respaldadas desde un punto de vista legal.

No conocer la ley obviamente, no exime al empleador ni al supuesto “intruso” de cumplirla, pero lógicamente tampoco nos exime a nosotras/os, y ante acusaciones tan graves (que implican hasta penas de prisión) cabría recordar que en España todo el mundo es inocente hasta que no se demuestre lo contrario (en un juicio o un proceso con garantías, no en las redes sociales). Además, de lo que desde luego no podemos responsabilizar a nadie más que a nosotros/as mismos/as, es de que la sociedad, los/as usuarios/as, las empresas y los/as empresarios/as nos conozcan. Esta es una labor, que en conjunto debemos desarrollar organizaciones y terapeutas ocupacionales y en la que verdaderamente merecería más la pena volcar nuestros esfuerzos, a través de las buenas prácticas, la investigación, la publicación de la evidencia, la divulgación, etc. en lugar de abordar las ulteriores consecuencias, dañinas (aunque puntuales) de ese desconocimiento.

En cualquier caso, cabría preguntarse si como colectivo ofrecemos la mejor y más profesional imagen actuando de la forma en la que últimamente lo hacemos, o merecería la pena estudiar otras posibles vías de actuación para canalizar nuestros esfuerzos a través de estrategias y plataformas más coherentes con lo que somos y lo que hacemos. Desde luego, estamos seguros que con el tiempo encontraríamos en las empresas y las instituciones mucha más receptividad para atender nuestras demandas, si estas están adecuadamente fundamentadas.

Por todo ello, APTOCAM desarrollará y publicará a lo largo de los próximos meses un procedimiento a través del cual abrir un canal de comunicación con todas aquellas personas interesadas en colaborar en esta materia que constará de:

Una pequeña guía de orientación para la identificación de casos reales de intrusismo profesional y su diferenciación de otras posibles prácticas de riesgo, abusivas o ilegítimas.
Un espacio virtual abierto y accesible para poner en conocimiento de la Asociación los casos potencialmente denunciables (*en los casos que así lo requieran habría que estimar los costes de los procesos y asesormientos legales pertinentes para valorar que APTOCAM pudiera asumirlos).
Una vía de comunicación directa con la Vocalía de Legislación de APTOCAM para que aquellas personas que quieran implicarse en los procesos puedan hacerlo.
Una batería de herramientas (legislación, escritos, documentos, etc.) para establecer contactos formales, en el caso de que fuera necesario.

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